Invertir con impacto social: el crowdimpacting
Vivimos una época de cambios maravillosa. En este artículo me voy a referir a tres cambios que afectan al espíritu con el que se crean nuevas empresas y la manera en que se invierte, porque la manera en que creamos nuevas empresas e invertimos está cambiando, creando así oportunidades que antes era difícil imaginar. Surgen empresas que desarrollan tecnología puntera que mejora la salud y la educación, préstamos para los más necesitados, huertos sostenibles, servicios de acompañamiento de calidad para los más mayores, productos ecológicos más eficientes, empresas donde la mayor parte del personal son personas con discapacidad física o psíquica…
Los ejemplos anteriores corresponden a casos de éxito de empresas con impacto social positivo y confirman que el emprendimiento con valores positivos es ya una realidad. Cada vez más gente impulsa proyectos empresariales innovadores con el objetivo de dar solución a un problema social o medioambiental concreto, de una manera pragmática y sostenible.
En España existen más de 30.000 empresas sociales y la economía verde representa el 2,4% del PIB, con 61.000 compañías. Aunque estas cifras van en aumento, el último informe del GEM (Global Entrepeneurship Monitor) indica una tasa de actividad del 0,5%, el menor índice a nivel europeo. Está claro que aún hay mucho potencial por explotar en la piel de toro.
En paralelo, cada vez más inversores, profesionales y minoristas, deciden financiar proyectos que reflejan una visión ética del mundo y generan un impacto positivo. La inversión de impacto social se ha convertido en un fenómeno en auge. Según los últimos datos pertenecientes al informe de JP Morgan y Global Impact Investing Network (GIIN), publicado en mayo de este año, la inversión de impacto social alcanza actualmente 60.000 millones de dólares en el mundo; 87 millones de euros en España, según el informe de EuroSif con datos de 2013.
Por otro lado, el mundo de la inversión también está viviendo su propia revolución con la aparición de las plataformas de financiación alternativa en internet. Herramientas como el crowdfunding, que permiten aunar las aportaciones de muchos inversores para llevar a cabo grandes proyectos, están cambiando la manera en la que se financian las nuevas empresas. El crowdfunding presta un claro valor añadido a las empresas porque incrementa su visibilidad y genera en torno a ellas una comunidad que les apoya y difunde. De este modo, además de conseguir la financiación que buscan, las empresas obtienen una gran visibilidad que se traduce en nuevos clientes, potenciales aliados y unos socios comprometidos que actúan en sus círculos y redes sociales como embajadores de la empresa.
El crowdfunding es una herramienta de financiación ágil, transparente y participativa, y por ello ha experimentado un crecimiento del 167 % desde 2013 a nivel mundial. De hecho, con una cifra total de 16.000 millones de dólares hasta finales del año pasado, Massolution estima que a lo largo del 2015 podría llegarse a los 34.400 millones de dólares. Un incremento también experimentado en España, según datos de la consultora Ernst & Young y la Universidad de Cambridge, con 60 millones de euros invertidos hasta 2014 y un incremento del 200% respecto a 2013. Como muestra de la importancia que está adquiriendo el crowdfunding, el Parlamento aprobó en abril la Ley 5/2015, de Fomento de la Financiación Empresarial, que dota de un marco jurídico claro al crowdfunding de inversión (equity) y el crowdlending (préstamos) en España. La Comisión Europea se plantea si debe armonizar la regulación del crowdfunding a nivel europeo.
Empresas sociales e inversores de impacto… ¿qué tal si aplicamos el enorme potencial del crowdfunding para conectarlos? Nada más lógico. En la Bolsa Social usamos esta herramienta de financiación alternativa para generar crowdimpacting, una tipología de equity crowdfunding basada en la fuerza de internet y la economía colaborativa: una fórmula de financiación participativa en la que los inversores adquieren directamente participaciones en el capital (equity) de las empresas con impacto social positivo con el objetivo de obtener una rentabilidad integral, esto es, un beneficio no sólo económico, sino también social y medioambiental.
Gracias a esta nueva modalidad de crowdfunding, la Bolsa Social permite que proyectos empresariales innovadores consigan capital de una manera ágil y transparente a través de la red de inversores de impacto social adscritos a la plataforma, que incluye a inversores minoristas, business angels e inversores institucionales.
La Bolsa Social, además, es la primera plataforma de equity crowdfunding autorizada por la CNMV en España, ya que cumple con las exigencias de la Ley 5/2015 de fomento de la financiación empresarial (la conocida como "ley del crowdfunding").
La Bolsa Social selecciona los proyectos con rigor a través de su Comité de Selección, en el que participa Analistas Financieros Internacionales (AFI). La Bolsa Social elige aquellas iniciativas que, además de poseer un buen modelo de negocio y potencial de crecimiento, tengan un impacto social positivo medible y constatable. Posteriormente, mediante campañas de crowdfunding, la plataforma da visibilidad a los proyectos y facilita que los inversores financien aquellas iniciativas con los que se sienten más identificados. La mecánica es sencilla: durante un plazo determinado, normalmente dos meses, los inversores hacen sus aportaciones a una cuenta escrow en Triodos Bank (el referente europeo en banca ética y sostenible). Si la empresa consigue reunir el objetivo de capital deseado, se formaliza la ampliación de capital. Si no, desde la cuenta de Triodos Bank se devuelven las aportaciones a los inversores, y sin coste para ellos.
Además, La Bolsa Social se preocupa de que las empresas midan su impacto social conforme a los estándares europeos de la Asociación Europea de Capital Filantrópico (EVPA), de la que la Bolsa Social es miembro, así como los criterios establecidos por la normativa europea de los Fondos de Inversión de Emprendimiento Social.
En una época de cambios, la tecnología facilita que hagamos realidad nuestros deseos de cambio. Por ello, la Bolsa Social, crea en España un mercado alternativo de financiación participativa en el que inversores y empresas con valores se encuentren y colaboren, haciendo lo que cada uno sabe hacer, para mejorar la sociedad y cuidar del medio ambiente de una manera pragmática, rentable, sostenible y participativa.