Los retos globales de la cadena de valor
¿Qué entendemos por cadena de valor?
Por cadena de valor entendemos el proceso sistematizado que describe cómo se desarrolla la actividad de una compañía desde la producción, la transformación, la venta y la atención post-venta a modo de círculo que se retroalimenta y que permite la generación de valor para la compañía y su entorno (clientes, proveedores, empleados, accionistas, la sociedad en su conjunto). Este proceso sistematizado –que describe el ciclo mediante el cual la compañía invierte y vende para recuperar sus inversiones y generar retorno en el negocio –no es sólo un proceso formal, sino que conlleva otros muchos elementos de apoyo al negocio: elementos primarios y de soporte y otros elementos intangibles que pueden tener el efecto de aumentar la eficiencia de una empresa, su valor en el mercado e incluso la percepción externa.
Así, la cadena de valor incluye actividades de primer nivel y otras de soporte. Entre las actividades de primer nivel, podemos incluir: logística y operaciones, marketing y ventas y servicios prestados de modo accesorio al producto o servicio (como instalación, reparación, mantenimiento, etc.). Entre las actividades secundarias o de apoyo se incluyen los servicios prestados desde los diversos departamentos de la empresa (finanzas, recursos humanos, tecnología, compras…).
¿Qué retos presenta la cadena de valor?
Junto a ello, existen otros elementos de naturaleza más intangible que cada día cobran mayor importancia en la definición de la cadena de valor, como por ejemplo la relación con los proveedores, las alianzas, la cultura empresarial, los retos de la seguridad global, los procesos en países emergentes, la deslocalización, la expatriación de empleados y gestión del talento, los derechos humanos, la tecnología como ventaja competitiva… En un mundo cada vez más global, los retos son constantes, por lo que las grandes compañías deben estar preparadas para afrontarlos de un modo rápido y eficaz.
Una de las claves que permiten dar respuesta a estos retos se refiere no sólo a la revisión de la estrategia, procesos y procedimientos de la compañía (aspectos formales), sino en atender a la parte más intangible del negocio (aspectos sustantivos) como por ejemplo el modo de gestionar la cultura empresarial, la transparencia, el compromiso social o las relaciones de los stakeholders.
En este último caso, la empresa pueda crear valor compartido con la sociedad en cada uno de los segmentos de la cadena de valor creando un marco de colaboración con cada uno de sus actores clave tanto internos (accionistas, empleados) como externos (proveedores, clientes, entidades públicas, competidores) y la sociedad (medios de comunicación, ciudadanos, ONGs, etc….) para crear valor.
¿Cómo podemos crear valor compartido trabajando en la cadena de valor?
La cadena de valor ofrece una oportunidad única para el negocio que sabe gestionar los retos y oportunidades mencionadas. Destacadas empresas de todos los sectores: farmacéutico, textil, bancario, transporte, tecnológico han obtenido importantes ventajas competitivas y oportunidades de crecimiento en cuota de mercado por una óptima gestión de la cadena de valor que ha redundado en una mejora de su percepción por los stakeholders y un aumento de su reputación.
Algunos ejemplos de estas cadenas de valor innovadoras que asumen los retos son las cadenas híbridas con emprendedores sociales, el intraemprendimiento, el empleo de los elementos digitales y la información Big Data para la creación de valor compartido, la “circular economy”, la innovación abierta o la elaboración de roadmaps dinámicos que incorporan la tecnología para optimizar la cadena de valor en un marco temporal.
Por ello, la creación de valor ya no se refiere sólo a la cadena económica e individual de una compañía, sino que constituye una realidad inserta en otra realidad mayor que es el mundo global donde un conjunto de factores sociales, económicos, políticos, tecnológicos y comunicacionales están interactuando, en el que la empresa debe contribuir a crear valor compartido, es decir a crear “una cadena de valor compartido”. Un ejemplo sencillo de esta transformación es cómo ha evolucionado el modo gráfico de representar la cadena de valor: desde un sistema meramente lineal, se pasó a un sistema de flechas (tipo diagrama), predominando actualmente la representación mediante un sistema es dinámico que progresa y se retroalimenta a sí mismo como sistemas circulares, sistemas de ingeniería o sistemas de flujos.
En conclusión
En resumen, la cadena de valor es por una parte una representación gráfica de la actividad de la compañía, que debe además tomar en consideración los elementos de naturaleza más intangible de la misma, en particular la respuesta a los retos de un mundo global. Por ello, la cadena de valor hoy debe estar mirando no sólo hacia dentro de la empresa, sino también hacia fuera a la creación de valor para los stakeholders internos y externos de la empresa y la sociedad en su conjunto para la creación de valor compartido de modo dinámico, sistémico e integral, lo que redunda generalmente en importantes beneficios para la compañía en reputación, minimización de riesgos, innovación y reconocimiento.