Algunos conciben la innovación social como los nuevos procesos llevados a cabo con la participación de la comunidad y los beneficiarios, siendo por tanto, éstos actores de su propio desarrollo. Otros la entienden como las aplicaciones sociales de la innovacion tecnológica.
A pesar de estas diferencias, todas tienen un denominador común: su origen proviene de las personas necesitadas, buscan mejorar la cohesión social a través de un cambio novedoso.
La evolución social es una constante y es la nueva clave para el éxito. Los economistas estiman que entre el 60% y el 80% del crecimiento económico proviene de la innovación y los nuevos conocimientos.
Crear sistemas para que la innovación dentro de organizaciones sociales y sin ánimo de lucro sea algo regular es uno de los desafíos presentes. La innovación muchas veces surge como una reacción a un problema puntual, más que como la necesidad de crear mejores procesos y sistemas de trabajo.
La innovación a diferencia de la invención se fundamenta en su capacidad de crear algo nuevo y llevarlo al mercado de forma efectiva. Estas dos capacidades son complejas, pero necesarias para cualquier tipo de organización. Inventar está bien, pero hay que ser capaz de dotar a nuestras invenciones de una visión comercial que permita ponerlas en manos de aquellas personas que lo necesitan.
¿Cuándo debemos innovar?
Una organización pasa por diferentes etapas dentro de su vida, la etapa inicial y desarrollo de la idea de proyecto, una etapa de crecimiento, una etapa de consolidación y por último el declive. Para evitar estas fases últimas donde las empresas suelen acomodarse y empezar a ceder terreno, es importante generar innovación de forma constante y renovar los procesos y estructuras de la organización de forma frecuente.
La innovación suele ser protagonista en la etapa inicial del proyecto, y suele declinar su protagonismo según avanza el tiempo. Para evitar esta inercia y mantener un espíritu joven en la empresa, es esencial mantener un espíritu emprendedor y revitalizar proyectos, estructuras y metodologías.
¿Qué tipo de innovación existe?
Existen 3 tipos de innovación:
1. Incremental: parte de un producto o servicio existente y busca mejoras dentro del mismo. Este tipo de innovación suele ser la más normal ya que permite partir de una base sólida, existente y funcional. Ni el modelo de negocio ni la tecnología son cuestionados.
2. Innovación semiradical: busca un cambio en el modelo de negocio o en la tecnología, pero en ambos casos a la vez.
3. Innovación radial: busca un cambio en los dos ejes. El modelo de negocio y la tecnología son cuestionadas y se parte de cero en ambos casos, es lo que se suele llamar "reinventarse".
Dentro de otras variantes de la innovación cabe destacar la innovación abierta, en ella las organizaciones hacen públicas sus innovaciones y proyectos de desarrollo para que personas y organizaciones puedan colaborar en ellos. De esta forma los proyectos se enriquecen y acaban teniendo el impacto necesario en la organización que los genera.
Más allá de estas tipologías clásicas de innovación, el valor de la innovación está en que sea un hábito y una práctica habitual dentro de la organización. Ceder la capacidad de decisión a unidades más pequeñas, ser abiertos a las nuevas ideas, tener la mentalidad de que el fracaso es una opción, son entre otras, mentalidades que debemos de tener en nuestra organización para que la innovación sea algo que ocurra de forma natural.