Mañana se celebra el Día
Internacional del Voluntariado, una conmemoración decretada por la Asamblea General
de las Naciones Unidas en 1985. Su objetivo es potenciar la puesta en marcha de
actividades que contribuyan al desarrollo económico y social de nuestro
entorno.
La modalidad de voluntariado
corporativo es algo más moderna: surge a finales de los 90, en un contexto
marcado por las demandas crecientes de
responsabilidad a las empresas y por la irrupción del concepto de
Responsabilidad Social Corporativa. Desde entonces hasta ahora, el voluntariado
corporativo (en empresas) no ha cesado de crecer, sobreviviendo incluso a los
envites de la crisis, como veremos más adelante.
Fruto de su experiencia de más de
una década en la implantación de voluntariados corporativos, la Fundación Adecco
ha constatado que esta práctica ha adquirido importantes dimensiones en el seno
de las compañías. Así, muchas de ellas han integrado esta iniciativa como parte
de su estrategia empresarial y no como un hecho aislado o extraordinario.
La crisis no detiene al voluntariado
Con la crisis económica, el 75% de las empresas
se ha visto obligada a realizar reestructuraciones de plantilla, según se
desprende del Primer
observatorio de seguimiento de la reforma laboral 2012, realizado por Adecco, Fundación Sagardoy y el Club
de Excelencia en Sostenibilidad. Ello,
unido a la creciente incorporación de la población inactiva al mercado laboral,
ha tenido como resultado un saldo de cerca de 6 millones de parados.
Sin embargo, el voluntariado ha sobrevivido a los envites de la crisis y
permanece como un elemento estratégico a la hora de implantar la diversidad en
las compañías.
Así, en el último año, la Fundación Adecco ha desarrollado 135 actividades de voluntariado con 44 empresas colaboradoras, una cifra
que apenas se ha inmutado con respecto al año pasado, cuando se realizaron 138
en 43 compañías. Esto equivale a un ratio de 11,2 actividades de voluntariado
al mes.
Las actividades realizadas en 2012 han sido de muy diversa índole, pero en
todas ellas, los empleados voluntarios han participado con personas con
discapacidad en acciones deportivas,
medioambientales, de ocio o formativas con un doble objetivo:
1) Que las personas con discapacidad puedan salir de su
rutina diaria y fomentar sus habilidades comunicativas y sociales, así como
desarrollar destrezas y capacidades. Todo ello revierte positivamente en sus
posibilidades de acceder al mercado laboral.
2) Que los empleados voluntarios puedan conocer de cerca
la discapacidad, empatizar con ella y derribar falsos estereotipos. De este
modo, se crean entornos laborales sensibilizados para la futura incorporación
de trabajadores con discapacidad.
Hacia un voluntariado profesional
Las 135 actividades de
voluntariado realizadas en 2012 han involucrado a 5.200 beneficiarios con discapacidad y a 2.700 empleados voluntariados. La mayoría de ellas han sido deportivas (37,8%) o medioambientales
(26,1%).
Cabe señalar el vertiginoso aumento
que han experimentado las actividades de voluntariado
profesional. Si en 2011, la Fundación Adecco desarrolló 12 junto a sus
empresas colaboradoras, este año ha implantado más del doble (29), lo que
representa un crecimiento del 141%. Así, si en 2011 sólo representaron un 9,8%
del total, este año la cifra se ha incrementado hasta el 24,4%.
El voluntariado profesional permite
que los empleados voluntarios expliquen y transmitan a las personas con
discapacidad lo que ellos más conocen –su trabajo o tareas específicas del
mismo-, trasladándoles su conocimiento y saber hacer. Por ejemplo, una empresa
de tecnologías ofrece a las personas con discapacidad una formación en ofimática.
Según Francisco
Mesonero: “el
voluntariado profesional constituye una
de las mejores alternativas de preparación para el empleo, pues las personas
con discapacidad pueden conocer de primera mano un trabajo concreto,
interiorizarlo e incrementar sus oportunidades de empleo en ese sector”.
Con el voluntariado, todos ganan
Si bien el voluntariado es una
actividad desinteresada y altruista, no parece aventurado afirmar que con el
voluntariado corporativo todos ganan. De este modo, hace confluir los intereses
de empresas, trabajadores, asociaciones y, por supuesto, de las personas con
discapacidad.
Las empresas perciben importantes beneficios, potenciando su gestión de la diversidad: creación de
nuevas relaciones entre empleados de diferentes departamentos, desarrollo de
habilidades de trabajo en equipo, fomento del orgullo de pertenencia, mejora
del clima laboral, etc. Todo ello se traduce en una mayor productividad y unos
mejores resultados.
Por otra parte, el voluntariado
corporativo ayuda a los trabajadores voluntarios
a adquirir cultura en el ámbito de la discapacidad, a la vez que eleva su
autoestima y su sentimiento de realización personal. Esto incrementa su
satisfacción tanto en el plano laboral como en sus relaciones familiares y
amistosas.
Para las asociaciones, el voluntariado constituye una buena oportunidad de
ofrecer a sus beneficiarios actividades diferentes que les preparen para el entorno
laboral, incrementando así su influencia y dotándose de una mayor
profesionalidad.
Para las personas con discapacidad, el voluntariado supone un vehículo para
estar más cerca del empleo, pues trabajan en equipo con empleados de diferentes
empresas por una meta común. De este modo, pueden mejorar sus habilidades
sociales, de comunicación y de orientación a resultados, aumentando sus posibilidades de encontrar trabajo.
Según Francisco
Mesonero, director
general de la
Fundación Adecco: “A través del voluntariado corporativo,
los empleados transfieren su talento y sus conocimientos a entidades que
representan a personas con discapacidad, dotándoles de herramientas y aptitudes
que mejoran su capacidad de integración en la sociedad y en el mundo laboral. Es
una actividad en la que todos ganan, no solo los beneficiarios, sino las
personas que, actuando como voluntarios, descubren una faceta desconocida hasta
el momento para ellos: el potencial y el afán de superación de las personas con
discapacidad”.