La ambigüedad del término “social” y la falta de respuestas satisfactorias a preguntas como ¿qué es una empresa? o ¿cuáles son sus responsabilidades? están convirtiendo la noción de responsabilidad social empresarial (RSE) en un auténtico caballo de Troya para la actividad empresarial. Malinterpretando el concepto de stakeholder, la RSE se presenta desde determinados círculos académicos, políticos y mediáticos como una obligación moral con los intereses de la sociedad y se utiliza como coartada para abogar por una intervención plural en el control del gobierno y la gestión de las empresas. Asistimos a un nuevo intento de “democratizar” los derechos residuales de decisión, olvidando una vez más que estos son indisociables de la propiedad privada y que la mayor parte de las estructuras sociales, aún siendo el resultado de la interacción humana, no son sin embargo fruto de la concepción humana.